*La comunidad de Coyolillo, en el municipio de Actopan, forman parte de una cadena de la tercera raíz mexicana en las montañas veracruzanas
Miguel Ángel Contreras Mauss
Actopan, Ver.- Las coloridas fachadas de las viviendas, donde se retrata la vida afromexicana, dan vida a las calles de la comunidad Coyolillo, una pequeña ciudad africana en Veracruz.
Las máscaras de animales cornudos, representando a los tratantes de esclavos y a los vicios que perseguían a las mujeres y asustaban a los niños, aparecen por doquier.
En sus tradicionales danzas, las coloridas imágenes buscan enseñar normas de moral; y la gastronomía gozan de olores y colores africanos, mimetizados con los sabores indígenas.
Una congregación que pertenece al municipio de Actopan, a sólo 38 kilómetros de Xalapa, donde antaño existieron palmas de coyol real y entonces de ahí deriva su nombre que pronuncian con orgullo los suyos.
Los primeros habitantes fueron esclavos de origen africano liberados del Trapiche de Nuestra Señora del Rosario y desde ese entonces hicieron de este lugar, rodeado de grandes montañas, su lugar para vivir.
Sólo es una de varias comunidades donde se rinde tributo a la tercera raíz mexicana: la negra, esa que llegó en barcos al lado de los españoles y portugueses hace más de 500 años.
Coyolillo y Chicuasen del municipio de Actopan forman parte de una cadena de la tercera raíz, lo mismo que Blanca Espuma, Providencia y Cerrillo de Díaz en Alto Lucero y Alto Tío Diego del municipio de Tepetlán.
En Coyolillo, la diversión es correr, gritar como animales y sonar los cencerros. Y mostrar con orgullo su pasado: en las fachadas de las viviendas construidas de mampostería coloridos murales con la vida afrodescendiente.